Conquistando la montaña más fría del planeta, el monte Denali.

David Alfonso Bejarano Bonilla "Truman" en la cumbre del monte Denali.

 Panorámica de la vertiente occidental del monte Denali.

El Denali, con 6.198 metros de altitud, es una de esas montañas que encantan con el sólo hecho de verlas impresas en el papel. Imponente, blanca, fría y retadora. No en vano la han considerado la montaña más fría del planeta y podría decirse "Un seis mil con cara de ocho mil". Para su escalada debe de superarse un desnivel (distancia entre el campo base y la cumbre) mayor que el del monte Everest.  

Por estas razones, conquistar la cima del Denali se convirtió en mi siguiente reto del proyecto "Colombia en los 7+". Ya había conquistado el monte Aconcagua y el monte Kilimanjaro en años anteriores. Es así que para finales de 2014 me decidí a conseguir el recurso financiero para esta nueva empresa deportiva. Como lo evidencié en todos los emprendimientos anteriores, la tarea de conseguir la financiación no es tarea fácil; es más, en nuestro medio considero que esa actividad es más difícil que la misma escalada a la montaña.



Bien, con portafolio en mano y muchas ganas comencé a tocar puertas, muchas puertas. Dos de ellas se abrieron con entusiasmo y deseos de apoyar esta gesta deportiva: la Universidad del Tolima y las tiendas FEDCO. Faltándome "el centavo para el peso", porque el apoyo conseguido fue en especies y faltándome el efectivo, ofrecí algunas obras de mi trabajo fotográfico, las cuales muchos amig@s me colaboraron comprándolas y, recibí el apoyo de un gran amigo: Siegfried y, la Cámara de Comercio de Ibagué.


El siguiente escollo a superar fue conseguir un par de compañeros para escalar, teniendo en cuenta que la oficina de parques de los Estados Unidos no me permitía escalar solo esa montaña. Esa tarea fue más fácil ya que en USA vivían Henry García (El Viejito) y Carlos Uribe (Caliche), amigos con quienes ya había escalado montañas en Colombia años atrás y a los que en el momento de hacerles la propuesta la aceptaron sin titubear, la cordada estaba lista.


Henry García "El Viejito"

Carlos Uribe "Caliche"

El Denali (nombre de la montaña en lengua Atabasco) o McKinley (en inglés), representaba, además, tres novedades que no las había vivido en ninguna montaña hasta el momento, ni siquiera en el Himalaya, en donde ya había estado una vez: 1. El tener que usar "snowshoes" o raquetas para nieve, indumentaria necesaria pero algo "engorrosa" para manejar particularmente cuando la ladera se vuelve pendiente. 2. El jalar un pesado "sled" o trineo durante casi el 70% del recorrido, cosa bastante "mamona" y 3. El no tener oscuridad en el día, ya que el verano en esas latitudes hacen que los días sean claros con una oscuridad máxima como la que se tiene en el trópico a las 6:30 pm, trastocando totalmente nuestro reloj biológico; tres situaciones que le dieron un toque más de exigencia a la escalada.

En primer plano "Truman" con toda la parafernalia necesaria para el Denali: snowshoes y trineo.

Después de muchas horas de vuelo, compras, ajustes y visita a mi hermana en San Francisco, nos encontramos los tres expedicionarios en Anchorage, capital del estado de Alaska. Bueno, al "Viejito" lo acompañó Norma, su esposa, la que nos colaboró mucho en detalles entre Anchorage y Talkeetna (Muchas gracias, Norma). Dimos los últimos chequeos y retoques a la expedición (compra de algunos víveres, alquilar el teléfono satelital, entre otras cosas), rentamos un carro y nos dirigimos a Talkeetna, pequeña ciudad en donde teníamos que hacer nuestro registro de ingreso a la montaña en la oficina de los Rangers y tomar la avioneta que nos llevaría al campo base. 

Expedicionarios de compras en Anchorage


 Caliche y Truman probando el teléfono satelital

 Expedicionarios prestos a salir de Anchorage hacia Talkeetna.

Truman en la desviación de la "Highway Alaska" hacia Talkeetna

Para nuestra sorpresa el día del registro de entrada al Denali, en la oficina de los Rangers, tan sólo uno de los 407 escaladores registrados hasta el momento había podido hacer cumbre, hecho que nos dio una alerta de lo que nos esperaba. Dos días tuvimos que esperar en Talkeetna para salir hacia el campo base; sin embargo, habían expediciones de otros países que llevaban, para cuando llegamos, tres días esperando, el mal tiempo en la montaña no permitía hacer vuelos. Esa estadía "obligada" nos permitió conocer más Talkeetna y hacer contacto con otras expediciones y, por supuesto, hacer amigos.

 Expedicionarios recibiendo instructivo por parte de los Rangers en Talkeetna.

 Truman en la Oficina de los Rangers en el momento del registro de entrada al Denali.

Llegada del tren a Talkeetna (Otra buena alternativa para viajar en Alaska, el tren).

Por fin llegó la llamada esperada de la oficina de K2, empresa que habíamos contratado para nuestro vuelo al Campo Base. Horas antes habíamos tenido todo el protocolo de embarque en el hangar en donde se pesa todo el equipaje (sólo es permitido 120 kg/persona, en su defecto, se debe pagar el sobrepeso). Debíamos vestirnos a la carrera, con toda la parafernalia de montaña,  para abordar la avioneta y despegar. Todo debía de ser rápido por la pequeña ventana de buen tiempo que se presentó.

 Mientras esperábamos nuestro vuelo, Caliche hacía una remembranza.

 Momentos de espera en el hangar de K2.

Protocolo de pesaje del equipo antes de tomar el vuelo hacia el Campo Base.

Expedicionarios prestos abordar el monomotor hacia el Campo Base.

Después de las instrucciones normales del piloto: ajuste del cinturón, uso de los auriculares, qué hacer en caso de mareo, duración del vuelo, estado del tiempo, etc... despegamos hacia el Denali en ese pequeño monomotor. El vuelo fue muy tranquilo, con hermosas panorámicas y mucha espectativa entre nosotros.

 Prestos al despegue hacia el Campo Base del Denali (Foto: Henry García).

 Primeras imágenes de la Cordillera de Alaska

 Al fondo el Denali (Foto: Randy McGuire)

 Aterrizaje en el Campo Base.

Una vez llegamos al campo base y tener el recibimiento por parte del personal de K2, (increíblemente la funcionaria de ésta empresa vestía falda, en pleno glaciar!!) no nos podíamos dar el lujo de perder tiempo, debíamos aprovechar la ventana de "buen tiempo". Fue así que rápidamente enterramos y geo-posicionamos el primer depósito (primera de muchas paliadas), acomodamos, organizamos e hicimos los ajustes de los sistemas para jalar los trineos y comenzamos la caminata hacia el Campo I. Todo era blanco. Nubes espesas, baja temperatura, grietas por todos lados y un glaciar súper largo nos esperaba en esa primera travesía... "A lo que vinimos muchachos, comencemos pues". Siete horas nos tomó llegar a nuestro primer destino jalando ese "bendito" trineo, para armar nuestro primer campamento y comenzar a sentir la ausencia de oscuridad, era la 1:30 am cuando llegamos al campamento. Considero que para ser la primera vez que usábamos snowshoes y jalábamos un trineo, simultáneamente, no lo hicimos mal y nos rindió. Bueno, ahora a "paliar" para hacerle la plataforma a la carpa, organizarnos dentro de la carpa, derretir nieve para conseguir agua, hidratarnos, comer y a dormir, porque para la siguiente jornada las pendientes comenzaban hacer presencia.


 
 Junto a Caliche justo después del desembarque en el Campo Base.

Prestos a comenzar las largas jornadas de caminatas jalando los trineos.

 El primero que pagó la novatada con los snowshoes fue El Viejito, luego Caliche y, finalmente, Truman.

 Una primera jornada de ajustes del sistema de los trineos. En primer plano El Viejito y atrás Caliche.

 Aspectos de paisaje a las 9:00 pm vía al Campo I



Para el siguiente día, y con toda la energía y el entusiasmo que teníamos, comenzamos el siguiente tramo hacia el Campo II. Nuestro reloj biológico ya estaba trastocado, normalmente las jornadas en los Andes se comienzan temprano en la mañana, nosotros, por segundo día en el Denali, comenzamos a caminar por la tarde. Las pendientes comenzaron aparecer y, con ello, a sentir de verdad el jalar de los trineos. Si bien el día era claro, no había sol que nos fatigara y las temperaturas seguían bajas pero soportables. Creyendo haber llegado a nuestro segundo destino, encontrando algunas carpas de otras expediciones y después de ocho horas de caminata armamos nuestro segundo campamento. La moral estaba en alto, el tiempo era bueno y creíamos que nos rendía, por lo que decidimos descansar un día en ese campamento.

 Aspectos del Campo I. En primer plano la escarapela de identificación de nuestra expedición.

Durante la jornada un pequeño Gorrión acompañó al Viejito por algunos minutos.

El Viejito llegando al "Campo II". 

Vaya sorpresa la que tuvimos en nuestra tercera jornada de escalada. Saliendo a las 7:30 am y creyendo haber salido del Campo II, nos encontramos con ese campo tres horas después, habíamos dormido en un campo intermedio!! Bueno, ya no podíamos quedarnos en el real Campo II por lo que decidimos seguir para el Campo III. Motorcycle Hill, Squirrel Hill y Windy Corner eran los tres empinados puertos que debíamos superar. De hecho, en ese primer paso (Motorcycle Hill) comenzaba la verdadera montaña... y que montaña. Desde el principio tomé la decisión de calzarme los crampones y no usar los snowshoes (Caliche y El Viejito si se fueron con los snowshoes), considero que fue una buena decisión guiada por los tips que me dió "La Perca" en Bogotá para enfrentar El Denali. 


Aspectos del "Campo II"

 Detalles del "Campo II"

 Caliche en la labor de echar pala para organizar la plataforma del "Campo II".

Para ese tramo habíamos convenido que Henry fuera alfrente en la cordada, considerábamos que era el que tenía el paso más lento y no queríamos forzarlo. Ascendiendo el empinado Mortorcycle Hill veía, desde mi segunda posición, como él "bregaba" con sus snowshoes y todos nos esforzábamos en jalar nuestros propios trineos, era una tarea difícil y lenta. Por fin coronamos ese primer puerto, eran las 12:45 pm. 

 Aspectos del real Campo II, al fondo Motorcycle Hill.

 Aspectos del ascenso a Motorcycle Hill (Foto: Henry García).


Caliche y Henry coronando Motorcycle Hill

Truman después de hacer algunas imágenes en Motorcycle Hill (Foto: Carlos Uribe)

Carlos decidió subir su mochila para dejarla arriba de Squirrel Hill; mientras tanto, Henry y Yo nos quedamos esperándolo. Estando en esas observamos como una cordada de franceses, descendiendo y haciendo un stop, uno de ellos de una manera extraña soltó su trineo y éste (el trineo) salió disparado por la pendiente, parecía un misil cuesta abajo y desapareció en el vacío; vaya pérdida la que tuvieron esos amigos de montaña, sleeping, carpa, equipo, ropa y otros detalles quedaron perdidos en un glaciar cientos de metros abajo.  Cuando estábamos comenzando el ascenso de nuevo nos dimos cuenta que no nos iba a rendir nada con todo ese peso, de tal manera que decidimos dejar un depósito en ese sitio y con eso alivianar el esfuerzo. En todos esos ires y venires, esperas y hacer el depósito nos habíamos gastado casi tres horas y no habíamos avanzado nada. 

 Ascendiendo Squirrel Hill

Ascendiendo Squirrel Hill (Foto: Carlos Uribe)

Más ligeros continuamos nuestro ascenso por Squirrel Hill, posterioremente un plateau y de nuevo el largo ascenso hacia Windy Corner. Nuestro punto de mira era la luna, que justo nos quedaba de frente. Caminábamos y caminábamos jalando nuestras cargas y parecía que no avanzábamos nada. El viento soplaba con fuerza y la helada "noche" llegaba. Después de 17 horas de ascenso llegamos, por fin, al Campo III. Exhaustos, con las últimas reservas de líquido. En medio del frío y el viento, nos dispusimos a "paliar" para armar la plataforma de nuestro campamento; era una tarea que no podíamos eludir para poder descansar bien. Después, derretir nieve, hidratarnos, comer y a dormir, ya eran las cuatro de la mañana.


Caliche coronando Squirrel Hill

 Sobre el plateau antes de comenzar el ascenso a Windy Corner, al frente teníamos la luna de referencia.

 Comenzando el ascenso a Windy Corner



Panorámica desde Windy Corner



En la media mañana cuando nos levantamos nos estaban buscando los Rangers. Nos tenían una noticia no muy alentadora: el depósito que habíamos dejado el día anterior había sido asaltado por los cuervos y, por consiguiente, recibimos una multa y debíamos descender a volver a enterrarlo. Normas son normas. También, en esa mañana subió un helicóptero por el cuerpo de un argentino que había muerto en el Campo IV. 


Helicóptero que rescataría al ciudadano artgentino muerto en el Campo IV.
Caliche y Yo descendimos a cumplir la "orden" de los Rangers; mientras tanto, El Viejito se quedó en el campamento descansando. Luego, caída la tarde, ya de regreso al campamento nos fuimos a conocer "El final del mundo". Fue un día de relax.


Caliche aprovechando el relax para comunicándose con su familia.



El Viejito y Truman en "El fin del mundo".

 Caliche y Tuman en "El fin del mundo".

Cartelera del reporte del tiempo por los Rangers en el Campo III

 A través del teléfono satelital Annie nos transmitía el estado del tiempo (Foto: Henry García).
Tan sólo nos quedaban dos días de buen tiempo, según el reporte que nos enviaba Annie desde Colombia, vía teléfono satelital. Una ayuda importantísima para el éxito de una expedición en ésta montaña es el reporte meteorológico y para nosotros Annie fue la persona clave en esa tarea.

Decidimos salir el siguiente día para el último campamento, el Campo IV o Campo de altura.  Ligeros y justo con lo necesario para hacer el asalto a la cumbre nos enfilamos ladera arriba hacia las cuerdas fijas y dirigirnos a ese helado campamento. Una pendiente muy fuerte; sin embargo, ya no teníamos esos benditos trineos, sólo la mochila al hombro. Transitando la rocosa y ventilada arista que conduce al campamento, pasando en diferentes ocasiones por cuerdas fijas y el famoso paso "El pulgar de Washburn" fuimos llegando a las 9:15 pm al campamento. Igual que en los otros campamentos las tareas se repetían: echar pala para organizar la plataforma de la carpa, derretir nieve para conseguir agua y cocinar; tareas que cada vez eran más difíciles y tediosas, pero había que hacerlas, y bien hechas para conseguir un buen descanso y recuperación. El día siguiente sería el día de cumbre.


Prestos a salir para el Campo de altura. Al fondo, cerca a la franja rocosa, el primer tramo de cuerdas fijas.


Acercándonos al primer tramo de cuerdas fijas. Atrás de Caliche, en la distancia, el Campo III.


 Observando como dejamos atrás el Campo III y nos acercamos al primer 
tramo de cuerdas fijas (Foto: Henry García).


 El Viejito en el primer tramo de las cuerdas fijas.


Truman al final del primer tramo de las cuerdas fijas (Foto: Carlos Uribe).


Caliche al final del primer tramo de cuerdas fijas.


 Acercándonos al "Pulgar de Washburn".


 Llegando al expuesto Campo IV o Campo de altura.

El día de cumbre salimos a la 12:00 m, después que cesaron un poco los vientos y el día aclaró. Otras expediciones ya habían salido y nosotros salimos detrás. Tanto el Denali Pass, el Football Field y el "Pig Hill", tramos que a esa altura y con esas condiciones meteorológicas se hacen muy difíciles, los fuimos superando con paso lento pero firme. Antes de comenzar el ascenso al Pig Hill a Henry le comenzó un mal de estómago, teniéndose que quedar. Caliche apretó el paso y debimos desencordarnos. Poco a poco vi como Caliche avanzaba y Henry se quedaba. El viento era fuerte y la temperatura descendía rápidamente. Cuando coroné el exigente tramo de Pig Hill Caliche me estaba esperando. Me puse el plumón, me comí un gel energético y continuamos a tomar la arista somital; sin embargo, el viento era muy fuerte y nos hizo retroceder. Estando resguardándonos del fuerte viento, de la nada, apareció El Viejito. Que alegría verlo, estábamos convencidos que se había quedado atrás, en un esfuerzo el tenáz y una fuerza de voluntad no se rindió y nos alcanzó. Una vez más, juntos, nos enfrentamos a la arista somital de nuevo. Me cambie las gafas, que estaban totalmente empañadas y con hielo, por las "goggles". Con el viento un poco más suave golpeándonos lateralmente llegamos, por fin, a la deseada cumbre, la cumbre del monte Denali. Eran las 10:45 pm del 31 de mayo a -25°C y vientos de 35 kph. Las emociones no paraban, una tras otra parecían una cascada, cada uno las sentía a su manera, pero una era en común: la alegría. El abrazo, las gracias al Señor, las fotos de rigor y descendamos que el tiempo apremia.

 Ascendiendo el "Denali Pass". Delante de El Viejito se observan otras expediciones.

 Ascendiendo por el "Denali Pass". Atrás de Caliche el Mount Foraker.


Dejando atrás el Football Field, aún nos faltaba mucho para la cumbre.


 El Viejito y Caliche en la cumbre.

 Truman en la cumbre.


El descenso fue en medio de la luz cálida y el frío del atardecer. Otra cordada no nos permitía descender al ritmo que deseábamos, y por respeto no la sobrepasábamos, de tal manera que la llegada al campamento fue a la 2:00 am. La luna llena iluminaba toda la montaña. Tan sólo tuvimos tiempo de descansar un poco, hidratarnos y seguir descendiendo para el Campo III, el mal tiempo nos estaba "pisando los talones". Justo después de llegar a ese campamento, la tormenta se desató y nos dejó, al igual que muchas expediciones, encerrados en las carpas por cinco largos días.

 Descendiendo de la cumbre en un frío atardecer.

Llegada al Campo de altura a las 2:00 am después de haber hecho la cumbre.

En pequeñas ventanas de cese de la tormenta salíamos a quitar la nieve que se acumulaba sobre la carpa, arreglar la cocina y hacer las necesidades fisiológicas. Dentro de la carpa la pasábamos leyendo, jugando, escuchando música, charlando o durmiendo; de alguna manera teníamos que "matar" el tiempo. Apenas hubo una ventana todos los equipos que habíamos hecho cumbre comenzamos a bajar; sin embargo, no llevábamos mucho tiempo de descenso cuando de nuevo se desató la tormenta y quedamos a merced de ella. Ya no podíamos regresar ni tampoco quedarnos donde estábamos, de manera que decidimos continuar descendiendo para el Campo II. El viento nos golpeaba con toda su furia, la nieve acumulada nos llegaba a la altura de los muslos, el frío se calaba por entre nuestras vestimentas y ese vendito trineo jalaba para donde el quería; además, debíamos desenterrar el depósito que habíamos dejado días atrás al final de Motorcycle Hill. Con todas las fuerzas que nos quedaban y dándonos mucho animo entre si llegamos al anhelado campamento. Allí ya no hubo tareas, no se podían realizar, tan sólo podíamos armar la carpa, entrar, meternos dentro de nuestros sacos de dormir y esperar a que cesara la tormenta. Creo que no había otra opción.

Una ventana de buen tiempo en medio de la tormenta.

 Otra ventana de buen tiempo en medio de la tormenta.

 "Matando" el tiempo durante los días de tormenta leyendo a nuestro Nóbel de literatura.


  "Matando" el tiempo durante los días de tormenta jugando Parqués.


Mientras unos comenzaron a subir, otros comenzamos a bajar apenas hubo la oportunidad.


Al siguiente día todo cambió. El sol era radiante, el día claro y el calor llegó a nuestros cuerpos. Nos hidratamos, comimos y de una... para el Campo Base, la avioneta nos esperaba para el regreso. Fue una jornada larga pero la realizamos con ganas. El "repecho" para llegar al Campo Base se estaba haciendo eterno, pero nuestra mira ya estaba puesta en un sólo sitio y no había espacio para el cansancio.

El objetivo se había cumplido, la montaña nos permitió conquistarla y desde su cumbre contemplar la belleza escénica de la cordillera de Alaska. Bajar para contar y compartir uno de los ascensos más exigentes que haya realizado en montaña alguna, el Denali. El vuelo de regreso se podría decir que fue un charter para los colombianos, nadie más iba en ese vuelo. Fue inicialmente tranquilo, luego vino una tormenta pasajera y de nuevo la calma. Llegar a Talkeetna fue muy agradable, de nuevo el paisaje colorido, el aroma de los bosques aledaños, el sentir la grama bajo nuestros pies. 

El día de nuestro check out, en la oficina de los Rangers, nos dimos cuenta que estábamos dentro del selecto 20% de escaladores que habían podido hacer la cumbre del Denali hasta el momento. 

 De regreso al Campo Base.

 Muy pequeño en la distancia, el Campo Bse estaba en nuestra mira de regreso.

 Vuelo de regreso a Talkeetna.

 Una tormenta pasajera de regreso; sin emabrgo, podíamos disfrutar de nuevo 
de la paleta de colores del planeta.

 Caminar por la grama, oler de nuevo los bosques y disfrutar la gama de colores de la 
naturaleza otra de los disfrutes después de conquistar el Denali.

 Bañados, afeitado y con vino, festejamos la conquista del Denali en el hostal.

Quiero agradecer a la Universidad del Tolima y a Fedco por el gran apoyo que me brindaron y por creer en mi proyecto: "Colombia en los 7+". A Siegfried por su gran empojón. A la Cámara de Comercio de Ibagué. A Hernán Wilke (Monodedo). A todas las amigas y amigos que compraron mis fotos. Especialmente a Annie, fue nuesta mano derecha, sin estar presente su presencia fue básica e importante. A mi hermana Liliana y a Julio, su esposo. A Gustavo Prado (La Perca) y Miguel Vidales por sus tips para el Denali. A "Caliche" y al "Viejito" por su compañía y amistad. Y a tod@s los que de una u otra forma estuvieron involucrados para el éxito de éste emprendimiento deportivo.

Detalles a tener en cuenta para ascender el Denali:
  • Los bastones, snowshoes (skies) y el trineo son básicos para un buen rendimiento en el Denali.
  • El sistema de hidratación de vejiga no funciona, es mejor los tarros de Nalgene protegidos con un forro de neopreno, preferiblemente dos por persona.
  • A mi me funcionó mejor el sistema del trineo anclado al morral y no al arnés.
  • Un galón de gasolina por persona es suficiente para la expedición.
  • No hay que escatimar en el equipo de protección, todo lo que sea en plumón es necesario. Las prendas en lana merino son lo ideal. 
  • Es necesario tener una pala por persona y perfiles para anclar las carpas.
  • Un par de perfiles pequeños de aluminio ubicados debajo del trineo ayudan mucho, particularmente en el descenso entre los campamentos III y II, en donde el trineo va adelante del escalador. 
  •  El teléfono satelital es básico e importante.
  • Ideal llevar un Thermarest inflable y un aislante de espuma.

Presupuesto aproximado en dólares:


Tiquetes Bogotá-San Francisco-Anchorage $3.500
Tiquete Talkeetna-Campo Base $600
Permiso de ingreso a la montaña $265
Hospedaje y alimentación en Anchorage/día $60
Alimentación de montaña/persona $150
Alquiler de snowshoes $75
Alquiler teléfono satelital (200 min.) $600
Alquiler vehículo en Anchorage/día $80
Sobrepeso en aeropuertos c/u $50
Botas dobles $1.100
Pantalón, chaqueta y mitones en plumón $1.300
Sleeping -40°C $800
Carpa 4 estaciones $750
Guantes, gafas, goggles, ropa (capas interiores), etc $900

Nota: En el equipo se puede bajar costos buscando en E-bay u otros sitios de subastas.   


GALERÍA


Muchos escaladores utilizan skies o monoskies, son muy prácticos.

 El Viejito en sesión fotográfica.

 Caliche de relax dentro de la carpa.

 Carpa de expedición japonesa en el "Campo II".

 Caliche imaginándose ser Jimi Hendrix en pleno Denali.

 Caliche cerca a la "Grieta-Basurera" asignada por los Rangers en el Campo II

 Día de relax en el "Campo II".

ufffff... por fín coronamos Motorcycle Hill!!

Escalador comenzando el ascenso a Squirrel Hill.

El Viejito hidratándose para el ascenso a Windy Corner.

Día de relax en el Campo III.














 













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