Humberto Cañón. q.e.p.d.
Jairo Salinas y Humberto Cañón fueron dos grandes amigos de la montaña. Desde antes de comenzar mis incursiones y mis actividades de montaña en éste bello paraje de nuestra geografía, el Nevado del Tolima, ya los conocía en el barrio Santa Bárbara de Ibagué. Primos los dos, Jairo y Humberto, eran hombres de montaña, hombres del páramo. Sus vidas estuvieron ligadas al frío y al servicio de los montañistas y visitantes al nevado y al páramo.
El primero que se fue a vivir al páramo fue Jairo, su familia era dueña
de parte de éste vasto paisaje del Tolima. En frente de la finca El Japón o
Romerales, la finca de Jairo, estaba la finca de los Ortiz-Cañón, donde ahora se conoce como la finca de “Don Aquilino”; sus dueños, Clotilde y don Marcos, grandes amigos también, se fueron de allí, en parte por el dolor producido por la muerte de su hijo Edward; un jóven que perdió la vida muy cerca
al sitio denominado El Boquerón (camino al Rancho) por causas de complicaciones cardiopulmonares. Por es tiempo fue cuando
Humberto, dicen que por causas de un amor no correspondido, se fue a vivir al
termal, que más adelante le denominarían “El termal de Cañón”, hermoso y
acogedor sitio en el Nevado del Tolima.
Tanto Jairo como Humberto siempre me atendían de mil maravillas, eran muy
atentos cuando yo los visitaba, el uno con un chocolate con queso y el otro con una
aromática de yerbabuena, las dos bebidas
me caían de cielo cada vez que llegaba a sus sencillos, humildes y hermosos parajes,
Romerales y el termal.
Para Jairo las fechas más esperadas eran las vacaciones de mitad y fin de
año, era los momentos de recibir la visita de sus dos retoños y la "costilla", sus seres más
amados: sus dos hijas y su esposa, la señora Astrid; mientras que para Humberto,
hombre solitario y “ermitaño” para muchos, todos los puentes festivos eran
importantes, porque veía como el termal era visitado por amigos y extraños,
muchos le llevabamos algún detalle que él con su sencillez y agradecimiento los
recibía.
Tanto en Romerales como en el Termal de Cañón fueron sitios en donde celebré
algunos de mis cumpleaños, eran sitios que escogía para ésta ocasión porque me
traían tranquilidad y admiración. Estar en uno de éstos dos lugares era mágico,
era agradable, era único. Desde que cumplí los 15 años ya no me acuerdo cuantos
cumpleaños he celebrado en el Nevado del Tolima y cuantos compartí con Jairo o
con Humberto, pero sé que fueron muchos.
Mientras Jairo tenía de mascota un ovejo chiquitín al cual le daba la leche en tetero y le permitía estar en la cocina,
Humberto tenía un Gorrión paramuno (Phrygilus
unicolor) al que le daba migas de pan y también le permitía estar en la cocina; por supuesto, ambos animales gozaban de
total libertad; pero muy consentidos por ellos.
El primero en irse de éste mundo, de una manera trágica y por el azar
del destino fue Jairo. Él murió cuando descansaba en el Rancho después de bajar sagradamente cada 15 días el queso; un bloque de roca se desprendió de la pared
rocosa que suspendía en la parte trasera del Rancho y cayó sobre los que allí se encontraban, en ese mismo acontecimiento murió la señora Lastenia, una abuela muy queridísima por los montañistas. Años más tarde,
en un acto de cobardía y envidia, Humberto fue asesinado de la manera más
infame, en su terruño, la humilde casa en el termal. Dos hechos de naturaleza distinta que se
llevaron a dos grandes amigos de montaña: Jairo y Humberto. A los
dos los recordaré y los llevaré siempre conmigo, éstos dos hombres de montaña
siempre me ofrecieron su amistad y su bondad como muy poco se encuentra en
parajes fríos y lejanos como es el páramo. Paz en donde quieran que estén.
Celebración de cumpleaños en el Termal de Cañón.
1 comentarios:
las mejores para las almas del nevado...y salud y desprecio por los cobardes que acabaron con don humberto
Publicar un comentario
Gracias por su comentario, éste ayudará a construir y a mejorar el blog.