Primera vista del Monte Aconcagua, desde el bus en movimiento, antes de llegar a Puente del Inca.
El monte Aconcagua, en la hermana república de la Argentina, con 6.962 metros de altura había sido una de esas montañas que hacía mucho rato quería ascender. No solamente por tratarse de la montaña más alta de América o del Hemisferio occidental, sino porque era uno de esos deseos profundos que me motivaban a la acción; desde cuando no pudimos coronar la cumbre del Nanga Parbat en 1999 quedando a casi 7.000 metros tras el accidente de Volker; entonces, por la dificulad que en ese entonces creía de volver al Himalaya, el reto era los casi siete mil metros del Aconcagua.
Después de un arranqe y tras estar golpeando puertas para la búsqueda de la financiación de nuestra expedición al Cho Oyu (EXPEDICIÓN TOLIMA-COLOMBIA HIMALAYA 2012, Un desafío pijao con altura!), en Noviembre de 2011 me dije: "Debo de conquistar el Aconcagua para tener un mayor soporte, preparación y credibilidad para el Himalaya". Fue así que me dirigí a Properando y le planteé la idea a la gerente, Diana que además de ser la gerente es una muy buena amiga, como campaña para comenzar a celebrar los 50 años de ésta institución en el 2012. La idea fue aceptada por el Consejo Directivo y con ello comencé a conseguir los primeros recursos. Posteriormente visité otras empresas, pero no tuve eco, aún me faltaba dinero para poder ir a cumplir ese sueño. Finalmente, en navidad, le comenté la idea a Edgar Rodríguez, amigo y Director Ejecutivo de Fenalco Tolima, él, sin vacilar, me apoyó con lo que me faltaba. Entonces fijé la fecha de mi expedición al Aconcagua: a mediados de Enero de 2012.
Puesto de migración en Rumichaca, frontera Colombia-Ecuador.
Como el presupuesto no era honeroso, decidí viajar por tierra a Quito, hospedarme donde mi amiga Luisa Gallardo, y desde allí tomar el vuelo a Santiago de Chile. Cosa irónica y de esas que uno no entiende en las aerolíneas, yo había cotizado vuelo Bogotá-Santiago-Bogotá y por los costos ($1'500.000 COP) decidí viajar en avión Quito-Santiago-Quito, pero cuando tomé el vuelo, me retornaron a Bogotá y me pusieron a esperar casi seis horas para salir a Santiago... no entiendo?! Pero bien, ya estaba rumbo al Aconcagua.
En Santiago, arrivando muy temprano en la mañana, de una vez me dirigí al terminal de buses de la Estación Central (costo de ese bus $1.400 CLP). Allí, tuve un percanse en donde perdí parte de mi dinero por efecto de un robo, afortunadamente no tenía todo en el bolsillo. Bien, había que continuar como fuera, no podía dar paso atrás, ya vería como me las arreglaba en el camino. Nota, el cambio para ese entonces fue de $479 CLP por US$ 1.
El viaje quedándome primero en Puente del Inca lo decidí porque Tito, amigo ecuatoriano, me había sugerido esa posibilidad en lugar de bajar con todo el equipaje hasta Mendoza, cosa que me pareció razonable. Puente del Inca queda a mitad de camino entre Santiago y Mendoza; pero una cosa que no me comentó Tito era que los chilenos le cobran al pasajero el viaje completo Santiago-Mendoza, seguía perdiendo dinero, esta vez lícitamente. El tiquete me costó $ 16.000 CLP y el viaje tardó cinco horas, afortunadamente el paso en el puesto fronterizo no estaba congestionado y fue rápido el trámite.
Ya en Puente del Inca, descansé y comí, hacía ya casi 24 horas que estaba viajando. Al día siguiente me bajé para Mendoza a comprar víveres y algunas cosas de equipo que me faltaban: un aislante, unas gafas para tormenta (antiparras) y alquilar un buen saco de dormir. Afortunadamente, en Puente del Inca conocí un despachador de una empresa de taxis que me indicó algunos detalles en Mendoza y precios en ésta ciudad. Allí, también me quedé de ver con mi amigo paquistaní Akbar Syed.
Desafortunadamente en Mendoza no encontré todos los víveres que deseaba, en ningún lado encontré energéticos en polvo o pastas tres minutos, cosa que me complicó un poco porque me tocó reemplazarlos por "mancha tripas" y pastas corrientes. Por situación del dinero no pude alquilar ahí el saco de dormir, con que guardé la esperanza de conseguirlo en Puente del Inca con el dueño del hostal donde me hospedaba. Después de las compras me fuí a encontrar con Akbar, fue así que nos dió mucho gusto el vernos y conocernos porque nuestra amistad la habíamos hecho a través del Facebook, cabe resaltar que Akbar es un operador de expediciones en Pakistán y era la primera vez que venía a Suramérica, además, se convertiría en el primer pakistaní en ascender a la cumbre del Aconcagua.
Akbar (izq.) y Truman (Der.) en Mendoza.
De regreso a Puente del Inca me encontré con dos argentinos que también deseaban ascender el Aconcagua, de una manera nos unimos para negociar las mulas; era para mi conveniente unirme a ellos porque con la negociación entre argentinos podríamos conseguir un mejor precios y ya la situaión de economía era reinante, ya todo estaba pensado con base en ella; es así que también me tocó cambiar el itinereario, yo pensaba ascender por Vacas para intentar el Glaciar de Los Polacos; pero eso ya no era factible por la situación, me tocaba irme por la ruta Normal. Una vez negociado el alquiler de las mulas, que no fue buena para mi porque éramos tres y éstos "manes" me apretaron a que yo pagara la mitad porque ellos fueron los negociantes. Seguía en detrimento mi bolsillo; sin embargo, todo y eso, fue un buen precio en vez de haber pagado una sola mula para mi ($100 ARS/día era el precio normal). Estaba aún el problema del saco de dormir. El dueño del hostal no quiso alquilármelo sin dejarle un depósito que equivalía al costo como nuevo, para eso me lo hubiera comprado! la única respuesta que obtuve de ese "man" fue: "... al Aconcagua se viene con plata o sino no vengan...". Bueno, como buen colombiano, me fui a rebuscar y a no dejarme desanimar por un desconocido que se daba ínfulas de buen escalador, aunque su apariencia dejaba mucho que decir, menos que era escalador. De una cosa estoy seguro: "una patada en el culo es un empujón para adelante".
Cementerio de los andinistas en Puente del Inca.
En la mañana, de visita al Cementerio de los andinistas para hacer algunas imágenes, había conocido un militar; ellos iban para el Aconcagua en una misión de entrenamento de rutina, quien lo fuera a pensar, ellos fueron mi salvación! En búsqueda de cómo conseguir el saco de dormir, me quedó la opción de ir a la base del ejército argentino, su grupo de alta montaña, muy reconocido a nivel mundial, deberían de tener muchos sacos de dormir, maginé. Fue así que me dirigí directamente allí, con tan buena suerte que conocí al Teniente Efraín Estrada, no solamente fue quien me ayudó sino que forjamos una amistad y compañerismo como muy pocas en montaña. Él, sin ningún interés me facilitó el saco de dormir, y además, me invitó a que los visitara en la base militar que tenían en Plaza de mulas, el campo base del Aconcagua. Allí todas las tardes durante mi estancia en éste campo los visitaba, charlábamos, compartíamos mate o té, me daba a conocer el pronóstico del tiempo y compartíamos experiencias del ascenso, el tenía un record de 17 ascensos a la cumbre del Aconcagua, era sin duda, el mejor miembro del ejército en alta montaña. Bueno, mi Dios sabe como hace las cosas, estaba en manos de él y todo estaba saliendo bien, con algunas dificulatades, pero todas superadas.
Durante mi estadía en Puente del Inca, con los dos argentinos fuimos al Cerro de Cristo Redentor, frontera con Chile y sitio de aclimatación, bueno, yo venía de hacer el Nevado del Tolima días antes, pero como tenía carro, el de los argentinos, pues me fui con ellos. Al día siguiente ya salíamos para la montaña en sí.
Cerro de Cristo Redentor, frontera Chile-Argentina.
Después de hacer mi registro en el Centro de Visitantes y pagar el permiso de escalar el Aconcagua ($3.000 ARS) me encaminé ya dentro del "Centinela de piedra", como se le conoce también al Aconcagua. En el tramo entre Horcones (a 1 Km del Centro de Visitantes) y el Campamento Confluencia, supuestamente se tomarían tres horas de caminata por un camino polvoriento y con una que otra flor que alegranba el paisaje, yo solo tomé dos horas, situación que me alegró bastante.
Armé mi carpa, preparé una bebida, comí, y me fui a caminar un poco por los alrededores del campamento. Los dos argentinos con los que estaba, quizá por comentarios del dueño del hostal ya dejaron de estar conmigo, cosa que no me importó, de hecho, yo sabía que iba a estar solo durante todo el viaje; además, había más gente por conocer. Caída la tarde conocí un grupo de muchachos de Tucumán (Coty, Agustina, Pablo y Facundo), con ellos entablaríamos una buena amistad, aunque un poco novatos ellos tenían una muy buena actitud y entusiasmo por la montaña. Durante la noche sopló bastante y la temperatura bajo a unos -5ºC, ya comenzaba a sentir el rigor del Aconcagua. Es bien sabido que esta montaña se asemeja a las condiciones atmosféricas del Himalaya, cosa que me agrada mucho para mi preparación para el Cho Oyu.
Señalización de tiempos entre Horcones y Plaza de mulas.
Campamento Confluencia, en primer plano mi carpa.
A la mañana siguiente, muy temprano me levanto para salir hacia Plaza de mulas. Minutos antes de partir, conocí a José Luis, un jóven argentino con el que más adelante comparto parte de mi ascenso; Efraín, ya me había hablado de él.
El sendero para Plaza de mulas en su gran mayoría es plano, árido y frío. El viento sopla bastante y el cielo despejado hace que el sol sea inclemente, sin un lugar en donde protegerse. Los arrieros pasan cada rato, arriando mulas desaforas que no les importa los montañistas, si no estamos pendientes éstos cuadrúpedos cargados nos pueden llevar por delante lo cual sería muy grave y lamentable para el logro del objetivo. En éste tramo conocido como Playa larga, nombre muy bien puesto porque se trata de un pedrero interminable y "mamón", de curvas y más curvas, donde se badea en varias ocasiones el río, conocí a un grupo de checos: Patrick, Clara y Peter, muy amistosos y con los que también entablé una buena relación. Bueno, a estas alturas con mi escaso inglés ya comenzaba a interactuar con escaladores del viejo continente sin ninguna dificultad. Finalizada Playa larga, y justo donde comienza el ascenso de la morrena, está el Campo Colombia, aún no se por qué se le dió a éste sitio ese nombre; se trata de un refugio el cual en algún tiempo fue habitado pero al que una avalancha de rocas lo destruyó. El ascenso por esa morrena, bastante descompuesta y empinada, en donde los accidentes de las mulas se evidencian por las osamentas encontradas, finaliza en Plaza de mulas a 4.300 m.s.n.m.
Aspectos del paisaje en tramo entre el Campamento Confluencia y Plaza de mulas, en el sector de Playa larga.
Osamenta de mulas accidentadas en el tramo entre Playa larga y Plaza de mulas.
Plaza de mulas es una ciudadela en medio de la montaña. Aquí todo tiene un precio. En mi vida había visto tanto negocio a tan gran altura, ni siquiera cuando estuve en el Nanga Parbat; me imagino que el Éverest para éstos tiempos debe de ser así, en mayores proporciones.
Anuncios comerciales en Plaza de mulas.
Después de registrarme en la cabaña de Parques Nacionales, un funcionario me dijo que buscara quien me alquilara un sitio para ubicar mi carpa y que ahí mismo me venderían el agua y el acceso a un sanitario. Me pregunté para mis adentros: ¿Tengo que pagar dónde acampar, pagar el agua y el baño en ésta inmensidad de montaña? ¿No fue suficiente con lo que pagué en el Centro de Visitantes? Pues, como no tenía dinero suficiente, me dirigí a la carpa de los porteadores y les dije que si me permitían usar el baño de ellos y tomar agua de las canecas de ellos, los cuales muy gentilmente accedieron. Para el espacio de mi carpa volví donde el funcionario y le expliqué mi situación por lo que me indicó un lugar cerca a la cabaña de ellos... una vez más, solucionado el problema!
Panorámica del Campamento Plaza de mulas.
Debo indicar y aplaudir que éste tipo de control por parte de las autoridades hace que la montaña se conserve limpia. La administración del Parque Provincial Aconcagua cobra pero hace una buena labor al darle un manejo a los desperdicios que los escaladores producen. En el permiso que se le concede a los escaladores, uno debe en cada campamento registarse y hacerse un chequeo médico, si se encuentra alguna anomalía física el galeno autoriza la evacuación y debe de cumplirse, si el caso es muy grave se hace uso del helicóptero; además, éstos aparatos diariamente están bajando toneladas de basuras y excrementos, es loable su labor. Otra cosa que me sorprendió, es que para los campamentos de altura (Nido de cóndores, Plaza Canadá y Berlín) se le entrega a cada escalador una bolsa, suficientemente grande, para que en ella haga sus necesidades fisiológicas, la cual debe de ser reintergrada, con su carga, para poder salir del parque. Así mismo, se debe de registrar, para poder salir sin ninguna penalización, la basura, éste visto bueno debe de ser con alguno de los operadores en Plaza de mulas.
Evacuación de un escalador con principio de edema pulmonar por parte del helicóptero al servicio del parque.
Otra vez, comparé tiempos y volví a darme cuenta que mis tiempos eran muy buenos, ésta vez estuve una hora y 45 minutos por debajo de lo normal para el tramo Campamento Confluencia-Plaza de mulas. Esto fue muy alentador y me animó mucho para comenzar a planear la estrategia en la montaña. Cuando fui al chequeo médico de rigor, me encontré con los dos argentinos con los que había negociado la mula, uno de ellos estaba con mal de montaña, su aspecto no era el mejor, al que le dí una voz de aliento, esa fue la última vez que los vi, no supe como les fue finalmente. Al día siguiente, de una vez, sin peso, subiría a Plaza Canadá. El ascenso es pronunciado, por una pendiente sin nieve y soplando mucho; tramo que lo hice sin ninguna dificultad. Por el camino me encontré un sin número de escaladores que bajaban y subian, realmente ésta es una montaña muy comercial. Al descender de Plaza Canadá fui a visitar a Efraín al campamento militar, ellos tienen una base un poco apartada del campo comercial, igual que los policías, quienes son los encargados de las actividades de salvamento y rescate, y son los que generalmente vemos en el programa de NatGeo.
A pocos metros de Plaza Canadá, al fondo se observa el collado donde está ubicado Nido de cóndores.
En la base militar, Efraín me relacionó con una serie de oficiales y personal del ejército, todos ellos fueron muy amables conmigo, de una calidad humana única. Me sentí muy honrado por ellos y particularmente por Efraín por los privilegios que me permitieron. El suministrarme el estado del tiempo en la montaña, cada vez que los visitaba, me ayudó bastante para el éxito.
Al día siguiente, me subí a Nido de cóndores a dejar un depósito. El día estuvo muy despejado, soleado y casi no sopló viento. El ascenso lo hice muy tranquilo y a un muy buen paso. Cada vez me sentía mejor físicamente. Tres horas 30 minutos me tomó ese primer ascenso a Nido de cóndores. Ya en éste campamento había una buena capa de nieve y muy buenos lugares para instalar carpas. Descansé un rato, dejé escondido el depósito y descendí. Durante el camino me mantenía hidratando, está actividad debe de hacerse con regularidad porque el Aconcagua es una montaña muy seca y rápidamente uno puede deshidratarse sin darse cuenta; además, por la ganancia de altura el hematocrito aumenta y se debe mantener la sangre fluida.
Campamento Nido de Cóndores.
Ya me sentía bien aclimatado y comencé a planear el ascenso a la cumbre, pensaba salir el día sábado 21 a pernoctar en Nido de cóndores, al día siguiente Berlín y el lunes 23 estar haciendo cumbre. En la tarde, en mi visita de rutina a la base militar a dialogar con Efraín, él me sugirió que cambiara el itinerario porque el lunes iba a estar soplando muy fuerte en la cumbre, mientras que el martes iban haber vientos muy moderados y día despejado. Conociendo la experiencia de Efraín y viendo el pronóstico del tiempo postergué la salida a cumbre un día más.
Al estar ya dos días en Plaza de mulas sin hacer mayor cosa, decidí el día sábado subir de nuevo a Nido de cóndores, el tiempo estaba bueno y me sentía bien, tan bien que seguí subiendo y fui hasta el refugio Berlín y me bajé. Durante el descenso le ayudé a un escalador autriaco con algunas de sus cosas, ví a éste escalador en un estado de cansancio tan tenaz que no puede pasar por el lado de él sin ofrecerle mi ayuda.
Ascenso entre Plaza de mulas y Nido de cóndores.
En la tarde, ya en la carpa, hidratándome y comiendo, me puse a meditar un poco lo que había hecho y creo que no debí de haberme excedido tanto y haber cargado tantas cosas para ayudar al autriaco, teniendo en cuenta que al otro día salía ya para el asalto a la cumbre. Sin embargo, me dije... bueno, a Nido de cóndores llegaré muy temprano, descanso, duermo y me hidrato bastante; si me siento cansado, me quedo otro día y hago el asalto a la cumbre desde ese lugar, así estaría de todas manera el día martes teniendo en cuenta el pronóstico del tiempo que me había dicho Efraín.
El domingo 22 salí en compañía de José Luis a las 9:00 am para Nido de Cóndores, los militares habían salido a las 8:00 am con el mismo fin. Me sentía muy bien y las condiciones meteorológicas eran muy buenas. Cuando llegué a Nido de cóndores empezaban a venir unos nubarrones, pareciendo dañar el tiempo; José Luis tardó una hora y 30 minutos en llegar, mientras tanto charlé con algunos militares, entre ellos Efraín.
Algo me cayó mal esa tardé, un cólico y un mal de estómago me mandó tres veces a usar la bolsa MF (materia fecal) número 2002, fue un curso intensivo de cómo hacer las necesidades fisiológicas, con viento, dentro de una bolsa!
La noche estuvo bastante agitada por el viento, sin embargo, dormí muy bien. El día lunes amameció con nubes muy negras y justo cuando comenzábamos a salir hacia el campamento Berlín, se desató una nevada. Comencé a dudar si subía o no, según el pronóstico meteorológico iba ser buen tiempo, no sé que pasaba entonces, los dioses están locos!! De todas maneras, arrancamos, José Luis me siguió a regañadientes, el quería hacer la cumbre fuera lo que fuera. Rápidamente una capa de unos cincuenta centímetros ya cubría la ladera y la visibilidad era mínima. Afortunadamente el día anterior había subido y aún tenía fresco el recuerdo de la vía. A cada rato le grita a José Luis que caminara más rápido, pero pareciera que ya no daba, lo animába una y otra vez a gritos, no se si el me escuchaba. Finalmente, después de cinco horas y media llegamos a uno de los refugios en berlín, el más grande. Éste estaba lleno de militares y otra cordada de cuatro franceses, con nosotros dos quedó superpoblada, lo único que podíamos hacer era estar parados. Afuera el temporal no cesaba. Como a las cinco de la tarde le dije a José Luis que nos fuéramos a otro refugio más pequeño, el cual había visto de subida que estaba desocupado. Él aceptó y nos trasladamos. El refugio era bastante pequeño, teniendo que entrar a gatas y allá adentro estaba tapizado en nieve, tenía muchos orificios por donde se colaba la nieve y el viento. Nos dimos a la tarea de tapar los rotos que más pudimos, tendimos la carpa en el suelo, nos metimos en los sacos de dormir y nos dispusimos a derretir suficiente nieve para hidratarnos y comer. No estábamos lo más cómodos pero era aceptable, creo que así podía descansar para salir a las 3:00 am hacia la cumbre. A eso de las nueve de la noche la nevada cesó.
La noche estuvo bastante agitada por el viento, sin embargo, dormí muy bien. El día lunes amameció con nubes muy negras y justo cuando comenzábamos a salir hacia el campamento Berlín, se desató una nevada. Comencé a dudar si subía o no, según el pronóstico meteorológico iba ser buen tiempo, no sé que pasaba entonces, los dioses están locos!! De todas maneras, arrancamos, José Luis me siguió a regañadientes, el quería hacer la cumbre fuera lo que fuera. Rápidamente una capa de unos cincuenta centímetros ya cubría la ladera y la visibilidad era mínima. Afortunadamente el día anterior había subido y aún tenía fresco el recuerdo de la vía. A cada rato le grita a José Luis que caminara más rápido, pero pareciera que ya no daba, lo animába una y otra vez a gritos, no se si el me escuchaba. Finalmente, después de cinco horas y media llegamos a uno de los refugios en berlín, el más grande. Éste estaba lleno de militares y otra cordada de cuatro franceses, con nosotros dos quedó superpoblada, lo único que podíamos hacer era estar parados. Afuera el temporal no cesaba. Como a las cinco de la tarde le dije a José Luis que nos fuéramos a otro refugio más pequeño, el cual había visto de subida que estaba desocupado. Él aceptó y nos trasladamos. El refugio era bastante pequeño, teniendo que entrar a gatas y allá adentro estaba tapizado en nieve, tenía muchos orificios por donde se colaba la nieve y el viento. Nos dimos a la tarea de tapar los rotos que más pudimos, tendimos la carpa en el suelo, nos metimos en los sacos de dormir y nos dispusimos a derretir suficiente nieve para hidratarnos y comer. No estábamos lo más cómodos pero era aceptable, creo que así podía descansar para salir a las 3:00 am hacia la cumbre. A eso de las nueve de la noche la nevada cesó.
Comienzo de la nevada en Nido de cóndores.
La noche no fue muy buena para José Luis, comenzó a sentir mal de altura, vomitó y no pudo dormir mucho. A las dos de la mañana me desperté, preparé un té, comí pan, peparé mi mochila para salir. José Luis no comió nada, le dije que así no podía salir; sin embargo, con un gran esfuerzo salió conmigo. Al poco tiempo el ya se encontraba muy resagado, por más que le gritaba, a oscuras, el no me podía sostener el paso, así que me despedía a gritos y arranqué alcanzar los militares que habían salido una hora antes y podía ver sus linternas en la distancia.
A las 5:00 am ya me encontraba en el Refugio Independencia y había alcanzado a los militares, me sentía muy bien, el viento era fuerte y bastante frío, creo que de unos -20ºC, pero estaba caliente internamente. Tomé té caliente, me comí un energético en gel, hice un par de fotografías y de nuevo salí alcanzar los militares, ellos habían salido como diez minutos después de yo haber llegado al refugio en donde estaban descansando.
Fotografía en el refugio Independencia. Al fondo, la sombra del reflejo del Aconcagua en el horizonte.
En el momento en que comencé la travesía del Portezuelo del Viento hacia La cueva, el viento empeoró, ráfagas muy fuertes me golpeaban, me empujaban hacia la ladera. No podía caminar de frente, me tocaba ir de lado. El viento empezó a colarse por debajo de mi plumón y a enfriarme internamente. Las antiparras se me empañaban y me dificultaban la visiviliad. Estaba comenzando a vivir un calvario! Los militares me comenzaron a tomar bastante distancia y de atrás otra cordada me sobrepasó. Nunca había sentido tanto frío! Cada paso era un estado mental. Vamos Truman, vamos, debes de llegar a La cueva, allá está haciendo mucho sol, tranquilo...me repetía una y otra vez. Era la forma de darme ánimo. Casi tres horas tarde en cruzar esa travesía. Tan pronto llegué a La cueva, me tiré al piso, abrí los brazos y me quedé tomando el sol no como una hora, como los gallinazos después de un aguacero.
Después de calentarme totalmente, me incorporé, tome té caliente, comí unos chocolates, dos energéticos en gel y me dije... el último envión, para arriba Truman, allá van los militares!
Otra vez me sentía bien, el frío y el entumecimiento eran del pasado, la cumbre me llamaba, la referencia era Efraín y sus compañeros. Fue un ascenso muy agradable por La canaleta, respiraba profundo para oxigenarme bien, el paso era sostenido y firme. Poco antes de llegar a la cumbre Efraín comenzaba su descenso, era su cumbre número 18 en el Aconcagua, lo felicité y continue. Finalmente llegué a la cumbre, eran las 12:02 del medio día en un día despejado y con poco viento. La visibilidad era infinita, espectacular! La euforia reinaba en el sitio. Solo estábamos en la cumbre un militar y dos coreanos.
Gracias Señor por darme esa oportunidad tan grande de contemplar la majestuosidad de los Andes desde su punto más alto, me decía una y otra vez.
Comienzo del ascenso por La Canaleta.
Cumbre del Aconcagua, 6.962 metros de altura.
Las fotos de rigor. Felicitaciones a los tres que se encontraban conmigo. Una oración de agradecimiento al Todo podero y comenzar a bajar. De nuevo me reuní con Efraín en La cueva, platicamos un poco del logro y las dificultades que viví en la travesía, pero la felicidad era contagiante, chévere. El y sus compañeros se quedaron mientras yo continué el descenso. Ya el líquido que tenía en el camelback se había agotado y quería llegar de nuevo a Berlín a hidratarme. Comencé a tomar algunas imágenes que de subida no pude y cuando llegué a Berlín estaban los chicos de Tucumán haciéndose fotos. Pablo me ofreció una bebida que me supo a gloria, estaba reseco. Recogí las cosas, las empaqué y continué el descenso hacia Nido de cóndores.
Efraín Estrada, militar amigo, a quien debo de agradecerle mucho por éste logro en el Aconcagua.
Panorámica del campamento Cólera y los Andes desde abajo del refugio Independencia.
En Nido de cóndores me encontré a José Luis quien estaba muy agotado, le dije que yo seguiría descendiendo para descansar en Plaza de mulas. El decidió acompañarme y dejar la carpa y otras cosas para otro intento a cumbre.
En Plaza de mulas, de llegada, me encontré a Patrick y Peter, los amigos checos, quienes me felicitaron; así mismo otros amigos canadiences; fue muy agradable recibir esas felicitaciones. También tuve la fortuna de conocer a Tutty, una escaladora argentina muy querida, amiga de los chicos de Tucumán.
Un día de desanso, reposición de energía, líquidos y regresar a Puente del Inca; el cual me imaginaba iba ser un viaje de tortura... y si que lo fue. Toda una jornada de regreso, desde las 7:00 am hasta las 3:00 pm. El descenso fue interminable, agotador, con una mochila "hasta las tetas" de llena y al hombro...ufff!
Con la ayuda de Facundo y José Luis logré pagar una noche de hostal y comer en Puente del Inca. Posteriormente, gracias a un contacto de Andrés, Jennifer y Annie, en Santiago me recibieron Eliana y su esposo Ronald, quines me brindaron su cálido hogar para estar mientras llegaba la fecha de mi vuelo de regreso a Colombia.
Finalmente, con la pérdida de las uñas de los dedos gordos de mis pies por el frío y el maltrato; debo de agradecerle a muchas personas éste logro. El haber superado, como decimos nosotros, "las verdes y las maduras", para conquistar la montaña más alta de América, el Aconcagua.
Gracias.
Gráfiskajjksco del proceso de aclimatación en el Aconcagua.
Permiso de Acsenso al monte Aconcagua
Datos de interés:
Vuelo Bogotá-Santiago-Bogotá ......................................................................... $2'500.000 COP
Vuelo Quito-Santiago-Quito ............................................................................. $ 1'500.000 COP
Tiquete bus Aeropuerto Santiago-Terminal de buses ................................................. $ 1.400 CLP
Tiquete bus Santiago-Mendoza .............................................................................. $ 16.000 CLP
Tiquete bus Puente del Inca-Santiago ..........................................................................$ 180 ARS
Noche en Puente del Inca en hostal y habitación compartida, desayuno incluído............. $ 60 ARS
Noche en Mendoza en hostal y habitación compartida, desayuno incluído...................... $ 80 ARS
Permiso de ascenso al Aconcagua ............................................................................$ 3.000 ARS
Alquiler de mula por día desde Puente del Inca ...............................................................$ 100 US
Plato de lentejas y gaseosa en Puente del Inca ................................................................$ 10 ARS
Cerveza en Mendoza .....................................................................................................$ 20 ARS
Pizza de cuatro porcions en Mendoza .............................................................................$ 22 ARS
$1 US = $ 1.800 COP
$1 US = $ 479 CLP
$1 US = $ 4,3 ARS
José Luis (izq.) y Efraín (Der,) en el campamento Nido de cóndores de ida hacia la cumbre.
Pablo, en el momento que llegué al refugio Berlín de regreso de la cumbre. (Foto: cortesía de los amigos de Tucumán)
Truman con los amigos chechos: Patrick (izq.), Clara (centro) y Peter (der.).
Truman con los amigos canadienses: Jacques y su hermano.
Truman con Eliana, Ronald y sus dos niños en Santiago de Chile.
5 comentarios:
severo Truman. un abrazo
felicitaciones amigo que buena cumbre
FELICITACIONES, BUENA AVENTURA.
Gracias Juan, Anónimo y Helmuth.
hola! amigo felicitaciones por el ascenso a esta mágica montaña
quisiera saber cuanto es el presupuesto adecuado para ir al aconcagua ya q pienso ir este fin de año me serviría mucho saber cuanto seria el presupuesto con todo!! ya q tu sabes como es la cosa alli....
muchas gracias
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